La melancólica muerte de Chico Ostra (Tim Burton)
Quienes de verdad lo amamos
lo llamamos siempre Max.
Chico Tóxico, en cambio,
le apodaban los demás.
Inhalaba Chico Tóxico
humo, asbestos y amoniaco.
Para él era oxígeno
todo lo cancerígeno.
Su jueguete favorito
era un bote de aerosol
que disparaba solito
todo el día, de sol a sol
Se levantava aún de noche
a esperar en la cochera
a que el motor se encendiera
y, tras carraspear, el coche
lo maquillara - muy mono -
con bióxido de carbono.
Una sola vez lloró,
mas no por tristeza ni odio;
es que en los ojos le entró
algún cloruro de sodio.
Por darle algo de aire cálido
lo sacaron al jardín.
Se puso al instante pálido
y tieso como un espadín.
Tieso y duro, sí muy duro.
Pues ¿Quíen podría colegir
que uno pudiera morir
de respirar aire puro?
Voló su alma en pos del trono
celestial del Señor. Pero
abriendo un gran agujero
allá en la capa de ozono.
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